sábado, 6 de junio de 2015

Esto que lees es para ti…

Sabes… Hace ya algún tiempo de tu partida, aún sigues en mis pensamientos y uno que otro recuerdo de lo que pasamos juntos. Desde aquel día nada volvió a ser igual, al comienzo mis días se tornaron grises y fríos, con el tiempo fueron sanado esas heridas que me dejó tu partida. Hoy en día te puedo decir que soy mejor persona, que gracias a tu partida entendí tantas cosas, que hay amores que por más que lo intentes jamás podrán ser, que si quieres algo realmente, en ocasiones hay que aceptar que jamás funcionará y que por más que te duela, tienes que soltarlo y dejarlo volar, sin esperar que vuelva.
Entendí que necesitaba volver a mi vida y que la mía en realidad jamás dependió de la tuya como tú lo pensabas, o como tal vez yo te lo hice creer; a veces hay que soportar un poco de dolor durante algún tiempo para poder continuar con nuestras vidas y no hundirnos en el dolor por siempre.
A veces pasas por mi mente, claro pero no porque aún te quiera, sino por que recuerdo los momentos que pasamos juntos, esos en los que me hacías sentir verdaderamente feliz, en los que no existía nadie mas para ti, sólo tú y yo persistíamos en este mundo o claro en el mundo que yo pensaba y creía en ese entonces…
Cómo poder olvidarte, si fuiste a eso que se le llama primer amor, sí, eso fue lo que fuiste para mí, antes de saber lo que era amar por primera vez, eras esa persona en la que podía pensar todo el día, sin importar donde te encontraras, sonreía al recordar una de tus tonterías, esas que sólo tú y yo conocíamos, esas que me hiciste creer.
Uno de los recuerdos más presentes que tengo de ti, fue la vez que danzamos en la lluvia mojándonos bajo ella, éramos dos adolescentes, tú corriste después de tu cometido así a mí, fue cuando me empapaste tras pasar bajo un árbol, yo corría detrás de ti, sólo para desquitarme, pero cuando por fin me dejaste alcanzarte no tuve el valor de hacer nada, sólo nos miramos y reímos como dos tontos, ¿recuerdas? Espero que sí lo hagas de verdad.
También no olvido aquel día que me acompañabas a mi casa, cargabas mi mochila como buen caballero que eres, hubo un momento que me perdí en nuestra conversación que no me percaté de que quedaras atrás, cuando por fin regrese de las ensoñaciones de aquella charla, volteé buscándote, sólo estabas a unos pasos atrás de mí y reíste al ver mi expresión, te pusiste nervioso y alcancé a ver que introducías algo en mi mochila, te pregunté qué era, y tú corriste y no dijiste nada, yo corría detrás de ti; hasta que te detuviste y me hiciste prometerte que no la abriera hasta llegar a casa, yo a pesar de la curiosidad enorme que sentía cumplí aquella promesa.
Al llegar a casa fue lo primero que hice revisar aquella pequeña mochila de color azul, mi sorpresa al ver lo que habías guardado, era hermoso, algo sencillo pero me encantó, fue mi nombre escrito por ti de una forma muy peculiar y te tomaste el tiempo de decorarlo con una dedicatoria tuya.
Así es, esos recuerdos son algunos de los que menciono, ahora aquí, entre estas líneas deseando de alguna manera que  tu llegues a leerlo. Pero cree bien la parte donde dije no es porque aún te quiera, tal vez es por que ahora TE AMO aunque tenga que soportar que no estés aquí conmigo, que estés allá donde pasa el tiempo y me olvidas cada día un poco más.

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